Caminar distraída por la ciudad es un placer que pocas veces puedo permitirme. Lo normal es que siempre vaya deprisa de un lado a otro.

El otro día iba con una compañera del trabajo cuando sonó el teléfono de Nina y busqué un pasaje poco transitado y silencioso para poder atender adecuadamente a la persona que me había llamado.

Cuando terminé la llamada mi compañera me dijo que le habían hecho gracia mis gestos, como si estuviera “nerviosa”, y con una pícara sonrisa en mi cara. Así que decidió hacerme una foto por sorpresa con su móvil. Es siempre raro verse a una misma, pero en este caso me gustó como quedó tan natural.

Besitos